Para unos, un horror. Para otros, auténticas obras de arte. El Brutalismo es un estilo arquitectónico que no deja indiferente a nadie.
El Brutalismo nace a mediados del siglo XX como un estilo arquitectónico barato y funcional. Su minimalismo tuvo mucho éxito en regímenes comunistas como la Unión Soviética, la Alemania Oriental y otros estados fallidos de Europa del Este. Sin embargo, su sencillez gustó a muchos arquitectos que huyeron de los estilos más recargados. El uso de materiales económicos, como el hormigón o el ladrillo, y su exposición natural, sin pulir ni pintar, convirtió al Brutalismo en un estilo extendido por todo el mundo como solución a la masificación de las ciudades.
Tradicionalmente, estuvo destinado a las clases más bajas de la sociedad. No ocurrió así en España; su implantación durante la dictadura Franquista estuvo dirigida a edificios gubernamentales y a barrios de las clases más altas.
Madrid es una ciudad referencia para este estilo, y algunos ejemplos son muy reconocidos. Aquí, se incluyen numerosas facultades de la Universidad Complutense de Madrid, destacando la Facultad de Ciencias de la Información. También son edificios de culto las Torres Blancas de Avenida de América, el complejo empresarial de Azca, el Edificio de Cubos de la M-30 o la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas.
Casi un centenar de edificios brutalistas han sido recogidos en el libro Madrid Brutal de @madrid_brutalism. Y el distrito de Usera, con tres edificios representativos, aparece en el mismo.
Se trata de la Junta Municipal de Distrito y la Residencia San Vicente de la Fundación Valle, ambas en la calle Rafaela Ybarra, y la Escuela Municipal de Música Barbieri, en la calle Cestona de Orcasitas.
Sus líneas rectas, la sencillez de los materiales, la simetría y la monocromía representan muy bien este estilo con tantos adeptos como enemigos. Y tú, ¿en qué lado te sitúas?