Los vemos todos los días en las ventanas de los coches aparcados en las calles de Usera. Los barrios de Moscardó, Almendrales, Pradolongo y Zofío son los principales afectados y el mensaje es claro y directo: disponibilidad 24 horas, precio, lugar e incluso su nombre y edad. Las mujeres se han convertido así, tras años y años de publicidad en las ventanas de los coches, en un producto de consumo completamente normalizado en Usera a la vista de mayores y pequeños.
Una plaga que aterrizó hace más de una década, no solo en el distrito de Usera, sino también en los distritos y barrios de rentas más bajas de Madrid como Villaverde, Carabanchel, Latina, Tetuán y Vallecas. Un modelo de “éxito” que ha convertido a la prostitución en el producto más anunciado en nuestras calles.
A pesar del avance legislativo hacia la erradicación de la prostitución, la realidad en las calles de nuestro distrito sigue siendo la misma que hace casi diez años. Un periodo en el que vecinos y vecinas, partidos y asociaciones vecinales y sociales, además de algunos negocios del distrito, han animado en diferentes campañas a la retirada de la publicidad de prostitución. Porque las alternativas eran claras: o las tarjetas acababan en el suelo o en las carteras y bolsillos de aquellos quienes desearían en un momento ejercer de “puteros”.
Y a pesar de la labor de la Fundación Iniciativas Sur impulsada en 2017, mediante la que iniciaron diferentes campañas de retirada de publicidad y concienciación contra la prostitución, bajo el lema “No Acepto”, el Ayuntamiento no ha iniciado desde entonces ninguna medida similar y efectiva para paliar la gran proliferación de este tipo de tarjetas.
A estas alturas, puede que te estés preguntando ahora mismo si la policía puede actuar al respecto. Si decides llamar a la Policía al ver a una de las personas que colocan este tipo de publicidad en los vehículos ajenos te resumimos lo que ocurrirá: nada.
Hace un par de años, tras ver a un hombre sacando de su bolsillo las tarjetas y colocándolas en las ventanas de los coches de la calle Mirasierra, decidimos llamar a la Policía Municipal para denunciar lo que estábamos observando. Tras indicarle su aspecto y hacia dónde se dirigía, la agente, consciente de la situación, nos indicó que no se trataba de nada ilegal. Como mucho, una patrulla podría identificarle, pero en ningún momento le multarían por lo que estaba haciendo.
No lo podíamos creer. No importaba que estuviera colocando las tarjetas junto al colegio Juan Sebastián Elcano, ni que lo hiciera a plena luz del día, la protección con la que gozan este tipo de individuos en nuestra sociedad se debe al enorme vacío legal existente en nuestra legislación.
Mientras la lacra de la prostitución siga visible en nuestras calles, mientras las mujeres sean el producto más anunciado en nuestros barrios, caminar por las calles de los distritos más humildes de Madrid debería ser un motivo de vergüenza para quienes deben tomar medidas al respecto y frenar esta plaga de una vez por todas: educando y denunciando a quienes hagan promoción de la prostitución y el esclavismo sexual.
Este 8 de marzo, desde MadridCiudad denunciamos el machismo vigente y visible que cada día, a todas horas, ensombrece las calles de nuestro distrito convirtiendo a las mujeres en meros objetos de consumo.